Este fin de semana, al norte de la ciudad de México, las puertas del Coliseo se abrieron para celebrar el gran torneo de Blood, Sweat & Cheers, un juego de Ganesha Games creado por Nic Wright. Utilizamos una versión singular, con minifiguras Lego.
Ocho valientes Lanistas respondieron al llamado de la arena, entre amigos y familiares, con edades que iban desde los 10 hasta los 41 años, dispuestos a luchar por honor, gloria y la admiración de la multitud.
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Como muchos de los contendientes conocían las reglas solo de palabra, pero jamás habían probado el fragor del combate, decidí traducir el reglamento al español y otorgar a las cartas un nuevo aspecto: colores vivos y variados que facilitan su lectura y permiten distinguir con rapidez cada tipo. El resultado fueron cartas sencillas, atractivas y de aspecto familiar, perfectamente armonizadas con el espíritu lúdico y colorido del estilo Lego.
La cita fue a las 10 de la mañana, y los juegos dieron inicio hacia las 11:30. Las lanzas, espadas y escudos resonaron sin descanso hasta las 8:30 de la noche: casi nueve horas de combates consecutivos en la arena.
Primero, los participantes se registraron como Lanistas (indicando su nombre real), además de que crearon un nombre para su Ludus e informaron su edad.
A cada uno se le entregó una credencial con el nombre de su Ludus, que debía llevar en el pecho durante la competición.
Así, los Lanistas pudieron identificarse rápidamente entre rondas y conocer a sus oponentes en los próximos combates.
Luego, cada Lanista pasó a la arena para elegir su equipo de tres gladiadores (minifiguras Lego) de clases distintas. Para dar más emoción a los jugadores más jóvenes, se les permitió escoger primero a sus miniaturas, siguiendo un orden de edad.
En la mesa del Tribunal se ofrecieron varias miniaturas de cada clase, para que pudieran elegir libremente.
Mientras seleccionaban a sus guerreros, se les pidió asignar un nombre a cada gladiador. Se les entregó una tarjeta de control de Ludus con todos estos datos, que luego fueron registrados en la computadora, en la cual diseñé un archivo en Google Sheets que calcula automáticamente los puntos y la tabla de posiciones. Para esta tarea conté con la ayuda de mi hermana, una de las Summa Rudis (árbitro) de la competición.
Una vez registrados, procedimos a generar los combates de manera aleatoria, asignando a cada enfrentamiento un anfiteatro (mesa).
Para agilizar la competición, contamos con cuatro copias del juego, distribuidas entre los cuatro anfiteatros:
*Cártago, Túnez
*Éfeso, Turquía
*Nimes, Francia
*Roma, Italia
El anfiteatro de Roma fue una maqueta hecha a mano por mí especialmente para este torneo, añadiendo un toque único y personal a la arena.
En la apertura de la competición, se reprodujo un audio de bienvenida con temática romana, saludando a los Lanistas y marcando el inicio oficial de los combates en la arena. He aquí la transcripción:
"Bienvenidos a la batalla de Blood, Sweat and Cheers, una arena donde los gladiadores no solo luchan por la gloria, sino por el rugido eterno de la multitud.
Aquí, cada golpe resuena con historia, cada caída enciende la esperanza, y cada victoria se graba en la memoria de los que presencian la hazaña.
Hoy no hay lugar para el miedo, solo para la fuerza, el coraje y el honor.
Que la sangre marque el camino, que el sudor sea la prueba del esfuerzo, y que los vítores eleven a los héroes de este día.
¡Que comience la batalla!"
El primer combate se celebró en la capital del Imperio, Roma, y marcó el inicio de la contienda en la arena.
Allí, los Lanistas que nunca habían jugado pudieron observar de primera mano la estrategia y el valor que exige Blood, Sweat & Cheers. El duelo enfrentó a un Hoplomachus de la escuela BELLATOR contra un Cestus de la escuela ANDRÓMEDA, desplegando habilidades, táctica y coraje ante la mirada atenta de todos los participantes.
Este primer enfrentamiento sirvió como ejemplo del ritmo de la competición y encendió la emoción en la arena, anticipando la intensidad de los combates que estaban por venir.
Aunque la mayoría de los Lanistas eran novatos, comprendieron las reglas con rapidez, y los combates fluyeron con sorprendente agilidad. Algunos enfrentamientos fueron veloces, con golpes decisivos que sellaban el destino de los gladiadores en un instante.
El duelo más reñido de la primera ronda enfrentó a Telemacus, un Retiarius de la escuela Asgard, contra Chronos, un Murmillo del Ludus Fénix. El combate se prolongó durante un largo tiempo, manteniendo a todos al borde de la arena, hasta que finalmente se declaró Stantes Missi, un empate honorable, que reconoció la valentía y el honor de ambos gladiadores.
Debido a que cada duelo tenía una duración distinta, y para agilizar la competición, se pegaron los calendarios de las siete jornadas. A medida que los combates concluían, los Lanistas acudían al tribunal para registrar los resultados en la computadora de la Summa Rudis. Luego consultaban su siguiente enfrentamiento y, si el Ludus contrario estaba listo, se dirigían de inmediato a continuar la contienda, manteniendo así el ritmo de la arena.
Desgraciadamente, después de la segunda jornada, el Lanista de la escuela Metroidarum tuvo que retirarse de manera imprevista. Para mantener la justicia de la competición, se eliminaron los resultados de sus dos enfrentamientos, asegurando que la contienda continuara equilibrada para todos los demás gladiadores.
Sin embargo, su progenitor y heredero, Dante, Lanista de la escuela Asgard, continuó en el torneo con honor, desplegando las tácticas aprendidas de su padre. Ya en la primera ronda demostró su destreza en ese prolongado duelo contra el Ludus Fénix, que capturó la atención de toda la arena.
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